16 enero 2018

¿Quién es esa chica?

-Creo firmemente en el poder de la viticultura y el vino para transmitir emociones-

«Con 18 años decidí estudiar ingeniero agrónomo. Me gustaban los animalicos y se me daban bien las ciencias. Con 21 me apunté a un taller de cine y para desgracia de mis padres decidí abandonar una sólida carrera en las industrias alimentarias para hacer cine. En ese momento lo que yo quería era contar historias. Tras 7 años de aventuras en Barcelona y unos meses de profunda reflexión en una isla perdida en el océano, acepté un trabajo para realizar reportajes sobre bodegas, volví al continente y ¡zas! Tuve el mayor flechazo profesional de mi vida.

Después de algo más de un año viajando, aprendiendo y contando las historias de decenas de viticultores decidí poner orden a todo eso. De alguna manera me había reconciliado con mi alma agronómica pero quería saber más. Quería entender de una vez la poda, la maloláctica y porque ese maldito vino que había probado en la Toscana olía al bolso de mi abuela. Así que volví a casa y durante 6 meses estudié Sumillería y Enomarketing en el Basque Culinary Center. Me enseñaron mucho y aún surgieron más preguntas en mi cabeza.

Así que no paro de estudiar, ahora estoy inmersa en el WSET Diploma y al mismo tiempo utilizo la imagen, la escritura y el diseño para transmitir las emociones que rodean a diversos proyectos vinícolas. Considero estos procesos creativos y el mundo del vino no sólo mi profesión sino también mi vocación y mi pasión.

Todos mis trabajos están basados en el principio del «Storytelling» que no es otra cosa que la capacidad de contar historias. Por esto todos los proyectos con los que colaboro tienen detrás un historia real y  sincera que contar.